8 jun 2019




El anhelo de los grandes héroes que en la historia han luchado por los auténticos valores de justicia, igualdad y libertad, siempre ha sido el mismo: La paz mundial. En ese mar de violentas tempestades, contradicciones y difíciles batallas, navegó gloriosamente el padre Miguel d´Escoto, en esa lucha internacional perenne, con su enorme deseo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) algún día se convirtiera en ese soñado instrumento de paz, abogando no por los intereses mezquinos del imperio, cuyas pretensiones siempre han sido extender su dominio a todo el planeta (Full Spectrum Dominance ), sino por la armonía de las pequeñas naciones, como su Nicaragua.
La única forma de ver logrado este anhelo es poniendo fin a la nefasta vinculación que siempre ha prevalecido entre la ONU y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El mismo anhelo que nos cobija ahora, cuando recordamos que hace más de una década, (16 septiembre, 2008), el padre d´Escoto Brockmann asumió la presidencia del sexagésimo tercer periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), nombrado unánimemente por los altos representantes del Grupo de América Latina y el Caribe (Grulac), cargo que le valió de tribuna para denunciar las atrocidades que implicaba aquella ominosa vinculación entre las dos mafiosas organizaciones, maniatadas por el imperio.
Desde mucho antes, como ha quedado registrado en sus diferentes ensayos y discursos, el sacerdote revolucionario, a quien tuve la oportunidad de entrevistar en varias ocasiones en su casa-museo en Managua, ya soñaba con que este organismo (ONU) se convirtiera en un genuino vehículo promotor de paz. No en vano dejó de manifiesto su más claro deseo en el prefacio para el libro: OTAN: La  globalización del terror (escrito por el analista geopolítico Mahdi Darius). El Canciller de la Dignidad, siendo un visionario de estos Nuevos Tiempos, profetizó la intentona golpista en Nicaragua, advirtiendo sobre las pretensiones expansionistas de la OTAN en América Latina y el Caribe, “preludiando futuras agresiones directas o intentos de cambios de régimen”.
El sacerdote, a quien le guardo profunda admiración, cariño y respeto por su calidad humana y trascendental trayectoria, dejó en evidencia y al denudo esa amañada relación organizacional, expresando con mucha preocupación y compromiso revolucionario que “sentía tener la responsabilidad de dirigir la atención a la expansión de la OTAN, sobre todo en América Latina”, refiriéndose a un acuerdo suscrito durante su mandato como presidente de la ONU. Al respecto, indicó que en 2008, “la crisis financiera que afectaba al mundo entero en ese momento encubrió y facilitó la ilegal y abusiva firma de un acuerdo secreto celebrado el 23 de septiembre de ese año, entre el Secretario General de la ONU y el de la OTAN”.
El padre Miguel d´Escoto explicó de forma tácita que aquel acuerdo secreto (que básicamente consistía en un pacto entre ambas organizaciones) afectaba a todos los miembros de la ONU y que nunca, ni entonces ni ahora, ha sido debatido de manera abierta y transparente en la Asamblea General o el Consejo de Seguridad. Sin embargo, en tiempos “normales” ese abuso del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, hubiera sido más que suficiente razón para una interpelación.
Dando mayor solidez a sus argumentos visionarios, el sacerdote expuso que desde aquel año (2008) la ONU ha realizado grandes esfuerzos para conferir legitimidad a la OTAN, “el bloque militar más grande y agresivo en la historia del mundo”, a pesar de que su mandato es contrario a los propósitos y principios de la Carta de la ONU, socavando de esta forma a la misma Organización que tiene el sagrado deber de respetar y defender a todas las naciones por igualdad de condición.
“Yo mismo fui testigo de ello en febrero y marzo de 2011 cuando actué como enviado del presidente Daniel Ortega en Nueva York para contribuir a la búsqueda de una solución pacífica al conflicto en Libia; el país de África que estaba más cerca de cumplir con todos los objetivos del milenio, pero que quedó destruido y fragmentado. Libia hoy se ha convertido en un importante arsenal de armamento y en centro neurológico para diversos grupos terroristas”, planteó el paladín del Derecho Internacional.  
El escenario que trazó en aquel entonces el padre Miguel sobre Libia, no es extraño y ajeno para cualquier nicaragüense que recientemente vivió y escapó victoriosamente de la misma trampa fracasada del imperio. Sin embargo, la vitalidad y fuerza del sandinismo en Nicaragua derrotó esta maniobra político-militar ya conocida, y que Estados Unidos, a través de sus instrumentos “legitimadores” y financieros (llámese NED, OEA, CIDH, ONU-OTAN) quiso aplicar en Nicaragua.
Al igual que en Libia y algunos países de Oriente Medio, donde llegó la Primavera Yanki, quisieron ver a una Nicaragua destruida y fragmentada. A lo que el padre Miguel avizoró sin vacilaciones que “esta guerra lejana está más cerca de nosotros de lo aparenta”, arguyendo que las mismas acciones desestabilizadoras y los intentos de golpe de Estado contra el Comandante Eterno Hugo Chávez, y las maniobras que se llevan a cabo actualmente contra el Presidente Nicolás Maduro (y ahora contra el Presidente Daniel Ortega) están destinadas a fragmentar la unidad latinoamericana y, en particular, desmantelar la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
El líder espiritual, aseguró que “la feroz oposición de EE.UU. contra los procesos emancipadores en América Latina, como en otras partes del mundo, no es nueva. Y en este sentido, puntualizó que “lo novedoso en la actualidad es que su injerencia, en América Latina inclusive, suele camuflarse con las banderas de la OTAN y cuenta con la plena subordinación de la ONU”. Bajo esta reflexión, el sacerdote se cuestionó hasta qué punto América Latina y el Caribe siguen siendo una zona libre de armas nucleares con más de ochenta bases militares estadounidenses en la región y otras más de la OTAN en el Caribe y el Atlántico.
Siempre sumido en una honda preocupación por lo poco que se conoce de la OTAN en la región, el sacerdote revolucionario, quien partió a otro plano de vida el 8 de junio (2017), llamó a la tarea imperativa de poner fin a la colusión entre la Organización de Naciones Unidas y la OTAN. “Este proceso comienza por comprender qué es la OTAN y conocer su historia, evolución-metamorfosis y afán expansionista”. Y en esta dirección, sostuvo que es vital estar conscientes de la naturaleza imperialista de los conflictos internacionales modernos y a ver la “totalidad”, en vez de tener una visión fragmentada de sus elementos.
“Que nazca un compromiso no solo para frenar la expansión de la OTAN en América Latina y el Caribe, sino también poner fin a su nefasta vinculación en la ONU y exigir la abolición de esa criminal organización militar”. Augurando la realidad que hoy atraviesa Nicaragua en el plano internacional, el Canciller de la Dignidad, anotó que se debe examinar más a fondo las misiones de paz de la ONU: su implementación, equipamiento y financiación.
Las palabras proféticas del padre d´Escoto Brockmann, nos alertan a revisar párrafo por párrafo (como en efecto ya se hizo) la narrativa sesgada y parcializada del informe emitido por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, sobre supuestas “violaciones de derechos humanos y abusos en el contexto de las protestas de Nicaragua desde el pasado 18 de abril al 18 de agosto; informe al que el Gobierno de Nicaragua ya atribuyó su total rechazo y desacuerdo, por considerarlo prejuiciado, improcedente y subjetivo, al valerse el mismo de noticias e informaciones publicadas por medios opositores “sin ser investigadas ni verificadas”.
Por lo tanto, antes de haberse emitido el citado informe (en la última semana de agosto, 2018) el resultado final del mismo ya era cosa sabida, partiendo del mismo guion injerencista y las conocidas maniobras del imperio, al hacer uso de sus instrumentos “deslegitimadores”. Para tal caso, el mismo padre Miguel d´Escoto, previno que estas “misiones de derechos humanos” sirven inevitablemente para nutrir las agendas imperiales, al propio tiempo que crean un mundo más inseguro.
Ante lo mencionado, cabe apropiarse del pensamiento válido y más vigente que nunca del guía espiritual, quien en vida nunca se cansó de evidenciar a “los señores de la guerra y sus cohortes”, quienes siempre han pretendido debilitar el estado de derecho de aquellas naciones que no responden precisamente a los intereses capitalistas, egoístas y hegemónicos  del gran señorío del Norte, el que se ha valido de la sedición, la coacción y las afinadas campañas mediáticas, como en efecto derivó la reciente intentona golpista en Nicaragua, donde los medios corporativistas difundieron la misma narrativa viciada y dictada desde Washington.

por Kenneth Chávez ©