El anhelo de los
grandes héroes que en la historia han luchado por los auténticos valores de
justicia, igualdad y libertad, siempre ha sido el mismo: La paz mundial. En ese
mar de violentas tempestades, contradicciones y difíciles batallas, navegó
gloriosamente el padre Miguel d´Escoto, en esa lucha internacional perenne, con
su enorme deseo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) algún día se
convirtiera en ese soñado instrumento de paz, abogando no por los intereses
mezquinos del imperio, cuyas pretensiones siempre han sido extender su dominio
a todo el planeta (Full Spectrum Dominance ), sino por la armonía
de las pequeñas naciones, como su Nicaragua.
La única forma de ver
logrado este anhelo es poniendo fin a la nefasta vinculación que siempre ha prevalecido
entre la ONU y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El mismo
anhelo que nos cobija ahora, cuando recordamos que hace más de una década, (16
septiembre, 2008), el padre d´Escoto Brockmann asumió la presidencia del sexagésimo
tercer periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU),
nombrado unánimemente por los altos representantes del Grupo de América Latina
y el Caribe (Grulac), cargo que le valió de tribuna para denunciar las
atrocidades que implicaba aquella ominosa vinculación entre las dos mafiosas
organizaciones, maniatadas por el imperio.
Desde mucho antes,
como ha quedado registrado en sus diferentes ensayos y discursos, el sacerdote
revolucionario, a quien tuve la oportunidad de entrevistar en varias ocasiones
en su casa-museo en Managua, ya soñaba con que este organismo (ONU) se
convirtiera en un genuino vehículo promotor de paz. No en vano dejó de
manifiesto su más claro deseo en el prefacio para el libro: OTAN:
La globalización del terror (escrito por el analista geopolítico
Mahdi Darius). El Canciller de la Dignidad, siendo un visionario de estos
Nuevos Tiempos, profetizó la intentona golpista en Nicaragua, advirtiendo sobre
las pretensiones expansionistas de la OTAN en América Latina y el Caribe,
“preludiando futuras agresiones directas o intentos de cambios de régimen”.
El sacerdote, a quien
le guardo profunda admiración, cariño y respeto por su calidad humana y
trascendental trayectoria, dejó en evidencia y al denudo esa amañada relación
organizacional, expresando con mucha preocupación y compromiso revolucionario
que “sentía tener la responsabilidad de dirigir la atención a la expansión de
la OTAN, sobre todo en América Latina”, refiriéndose a un acuerdo suscrito
durante su mandato como presidente de la ONU. Al respecto, indicó que en 2008,
“la crisis financiera que afectaba al mundo entero en ese momento encubrió y
facilitó la ilegal y abusiva firma de un acuerdo secreto celebrado el 23 de
septiembre de ese año, entre el Secretario General de la ONU y el de la OTAN”.
El padre Miguel
d´Escoto explicó de forma tácita que aquel acuerdo secreto (que básicamente
consistía en un pacto entre ambas organizaciones) afectaba a todos los miembros
de la ONU y que nunca, ni entonces ni ahora, ha sido debatido de manera abierta
y transparente en la Asamblea General o el Consejo de Seguridad. Sin embargo,
en tiempos “normales” ese abuso del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon,
hubiera sido más que suficiente razón para una interpelación.
Dando mayor solidez a
sus argumentos visionarios, el sacerdote expuso que desde aquel año (2008) la
ONU ha realizado grandes esfuerzos para conferir legitimidad a la OTAN, “el
bloque militar más grande y agresivo en la historia del mundo”, a pesar de que
su mandato es contrario a los propósitos y principios de la Carta de la ONU,
socavando de esta forma a la misma Organización que tiene el sagrado deber de
respetar y defender a todas las naciones por igualdad de condición.
“Yo mismo fui testigo
de ello en febrero y marzo de 2011 cuando actué como enviado del presidente
Daniel Ortega en Nueva York para contribuir a la búsqueda de una solución
pacífica al conflicto en Libia; el país de África que estaba más cerca de
cumplir con todos los objetivos del milenio, pero que quedó destruido y
fragmentado. Libia hoy se ha convertido en un importante arsenal de armamento y
en centro neurológico para diversos grupos terroristas”, planteó el paladín del
Derecho Internacional.
El escenario que trazó
en aquel entonces el padre Miguel sobre Libia, no es extraño y ajeno para
cualquier nicaragüense que recientemente vivió y escapó victoriosamente de la
misma trampa fracasada del imperio. Sin embargo, la vitalidad y fuerza del
sandinismo en Nicaragua derrotó esta maniobra político-militar ya conocida, y
que Estados Unidos, a través de sus instrumentos “legitimadores” y financieros
(llámese NED, OEA, CIDH, ONU-OTAN) quiso aplicar en Nicaragua.
Al igual que en Libia
y algunos países de Oriente Medio, donde llegó la Primavera Yanki, quisieron
ver a una Nicaragua destruida y fragmentada. A lo que el padre Miguel avizoró
sin vacilaciones que “esta guerra lejana está más cerca de nosotros de lo
aparenta”, arguyendo que las mismas acciones desestabilizadoras y los intentos
de golpe de Estado contra el Comandante Eterno Hugo Chávez, y las maniobras que
se llevan a cabo actualmente contra el Presidente Nicolás Maduro (y ahora
contra el Presidente Daniel Ortega) están destinadas a fragmentar la unidad
latinoamericana y, en particular, desmantelar la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA).
El líder espiritual,
aseguró que “la feroz oposición de EE.UU. contra los procesos emancipadores en
América Latina, como en otras partes del mundo, no es nueva. Y en este sentido,
puntualizó que “lo novedoso en la actualidad es que su injerencia, en América
Latina inclusive, suele camuflarse con las banderas de la OTAN y cuenta con la
plena subordinación de la ONU”. Bajo esta reflexión, el sacerdote se cuestionó
hasta qué punto América Latina y el Caribe siguen siendo una zona libre de
armas nucleares con más de ochenta bases militares estadounidenses en la región
y otras más de la OTAN en el Caribe y el Atlántico.
Siempre sumido en una
honda preocupación por lo poco que se conoce de la OTAN en la región, el
sacerdote revolucionario, quien partió a otro plano de vida el 8 de junio
(2017), llamó a la tarea imperativa de poner fin a la colusión entre la
Organización de Naciones Unidas y la OTAN. “Este proceso comienza por
comprender qué es la OTAN y conocer su historia, evolución-metamorfosis y afán
expansionista”. Y en esta dirección, sostuvo que es vital estar conscientes de
la naturaleza imperialista de los conflictos internacionales modernos y a ver
la “totalidad”, en vez de tener una visión fragmentada de sus elementos.
“Que nazca un
compromiso no solo para frenar la expansión de la OTAN en América Latina y el
Caribe, sino también poner fin a su nefasta vinculación en la ONU y exigir la
abolición de esa criminal organización militar”. Augurando la realidad que hoy
atraviesa Nicaragua en el plano internacional, el Canciller de la Dignidad,
anotó que se debe examinar más a fondo las misiones de paz de la ONU: su
implementación, equipamiento y financiación.
Las palabras
proféticas del padre d´Escoto Brockmann, nos alertan a revisar párrafo por
párrafo (como en efecto ya se hizo) la narrativa sesgada y parcializada del
informe emitido por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, sobre
supuestas “violaciones de derechos humanos y abusos en el contexto de las
protestas de Nicaragua desde el pasado 18 de abril al 18 de agosto; informe al
que el Gobierno de Nicaragua ya atribuyó su total rechazo y desacuerdo, por
considerarlo prejuiciado, improcedente y subjetivo, al valerse el mismo de noticias
e informaciones publicadas por medios opositores “sin ser investigadas ni
verificadas”.
Por lo tanto, antes de
haberse emitido el citado informe (en la última semana de agosto, 2018) el
resultado final del mismo ya era cosa sabida, partiendo del mismo guion
injerencista y las conocidas maniobras del imperio, al hacer uso de sus
instrumentos “deslegitimadores”. Para tal caso, el mismo padre Miguel d´Escoto,
previno que estas “misiones de derechos humanos” sirven inevitablemente para
nutrir las agendas imperiales, al propio tiempo que crean un mundo más
inseguro.
Ante lo mencionado,
cabe apropiarse del pensamiento válido y más vigente que nunca del guía
espiritual, quien en vida nunca se cansó de evidenciar a “los señores de la
guerra y sus cohortes”, quienes siempre han pretendido debilitar el estado de
derecho de aquellas naciones que no responden precisamente a los intereses
capitalistas, egoístas y hegemónicos del gran señorío del Norte, el que
se ha valido de la sedición, la coacción y las afinadas campañas mediáticas,
como en efecto derivó la reciente intentona golpista en Nicaragua, donde los
medios corporativistas difundieron la misma narrativa viciada y dictada desde
Washington.
por Kenneth Chávez ©