20 ene 2016

'El otro mundo' de Edwin Yllescas

'El otro mundo' de Edwin Yllescas

A escasos minutos para las tres, en una madrugada silenciosa y cualquiera, uno no se anda esperando tales sorpresas, sobre todo si se sufre como un trasnochado crónico, por una incalculable pérdida de la razón. Pero ese nueve de abril (2014), apareció aquel Edwin Yllescas saltando sobre el Windows, y la verdad que a mí me pareció poco más que una sospecha, un sueño inexplicable.

Resulta que a este poeta siempre lo vi con recelo, sobre todo porque era de la llamada ‘Generación Traicionada’, esos hombres smog, de la vieja escuela, y que uno lleva por desventaja lo clásico que se vuelven con el tiempo; llegué a juzgar que era uno de esos viejos un tanto criticones, y que no gustaban más que de la poesía en pedestal, y bares clandestinos, donde los jóvenes aprendices no tenían acceso porque se reservaban el derecho de admisión.

Pero Yllescas estaba ahí frente a la pantalla de mi portátil, y yo no podía menos que asumir ese destino. Me llamó con nombre y apellido, y a mí me pareció que realmente me invocaba para criticar algo de lo poco disperso que pude haber publicado cuando fui un impulsivo-rebelde-publicador-de-poemas y enamorado de las muchachas universitarias que me encomiaban.  

Le dije que me parecía algo extraño que estuviera en las redes sociales, ‘socializando’, cuando yo le pensaba un viejo ermitaño, solapado en una cueva con sus viejas lecturas aburridas. Entonces, me explicó que “La Carol Bendaña’, (le abrió la página en Facebook), y fue así que decidió incursionar entre tanta gente”.

Le pregunté que si realmente me conocía, o de dónde o cómo, y dijo solo conocerme en foto color sepia. No me sentí insultado, tomando en cuenta que podía tratarse de una metáfora, o algo de esos recursos técnicos que cargan los poetas como dardos para atacar a alguien, y herirles el centro del ego, sin embargo insistió en que era primerizo en eso de bucear en “el otro mundo”.

Pude notar que, efectivamente, el Premio Nacional de Literatura Rubén Darío 2007, estaba feliz al toparse con ese espejo y mosaico de recuerdos y presentes al cual nunca había tenido acceso, sino a través del tiempo y la distancia.

Le pregunté sobre qué hacía además de debutar en Facebook, y respondió que “escribir, leer y dormir” eran sus únicos oficios.

Finalmente, y para tratar de abordar a alguien que para mí no fue más que un viejo conocido a través de su ‘Teoría del Ángel…’, y sus ‘Historias Urbanas’, le pregunté por el doctor Iván Uriarte. Escribió tres puntos suspensivos, y tras larga espera, refirió: -Iván se pierde a la vista.

Las últimas noticias que tuve suyas, desde aquel súbito abril de mensajes virtuales, fue que había partido, y que dejaba unas fotos que hoy circulan en ‘el otro mundo’. A tu salud poeta!, seguiremos reencontrándote en ‘Algún lugar en la memoria’.  


                                                 ©kenneth-chávez